[The wind, 1928, Victor Sjöström]
Los westerns abundan en los comienzos del cine. Se da la circunstancia de que, aunque hoy nos parezca un género de carácter histórico, allá a principios del siglo XX los relatos sobre la doma de territorios salvajes e inhóspitos por parte del hombre tenían referentes reales muy cercanos en el tiempo. Por eso decimos que es un género inequívocamente americano. Teniendo esto en cuenta, tal vez sorprenda que el sueco Victor Sjöström realizara en 1928 un western increíblemente moderno, en donde captura con una impresionante puesta en escena la lucha entre dos fuerzas rugientes. La de la Naturaleza, el desierto de Texas, sus eternas tormentas de viento y arena y sus primitivos pobladores, contra la Humana, Letty (Lillian Gish), la joven de la civilización que viaja a lo desconocido en busca de una nueva vida.
No hay aquí indios ni sheriffs ni otros tópicos frecuentes en estos primeros tiempos del género. Es un drama psicológico, en donde el conquistador del Oeste es en este caso conquistadora, y no lleva pistolas, aunque al final se vea obligada a utilizar una. Porque sí, el Oeste tiene su ley, y hay que aceptarla igual que hay que aceptar la dureza de las otras condiciones de vida que impone. Ya que no es solo el viento, efecto especial que Sjöström utiliza para construir su hipnótico far-west, sino también y especialmente las personas. La película habla de la necesidad de construir relaciones forzadas para sobrevivir, como otra de las consecuencias de la adaptación al entorno. Letty y su compañero masculino protagonizan un par de estupendas secuencias en las que flotan en el aire los sentimientos, deseos, miedos y frustraciones que acompañan a la vida en el más salvaje que nunca Oeste. Lillian Gish está maravillosa, y Sjöström, brillante en la construcción de una atmósfera sobrecogedora, arrebatada y a ratos onírica. Mención especial para la banda sonora (aunque es una versión de 1983), en completa consonancia con el espíritu del film. Película fortísima y soberbia, una verdadera obra maestra.
PS. Me pregunto si Hiroshi Teshigahara se inspiró de algún modo en "El viento” para filmar mi adorada “La mujer de las dunas”…
Puntuación: 5 / 5
Lo mejor: La poderosa y mágica recreación de lo inhóspito, lo incivilizado, y la reconstrucción del realismo y la rudeza de la vida de las gentes se atrevieron con ello.
Lo peor: Su corta duración (70 minutos). Parece mentira, pero así como a menudo otras películas mudas alargan muchísimo la narración, "El viento" es tan perfectamente concisa que se hace corta, y no hubieran importado en absoluto 20, 30 minutos más.
Los westerns abundan en los comienzos del cine. Se da la circunstancia de que, aunque hoy nos parezca un género de carácter histórico, allá a principios del siglo XX los relatos sobre la doma de territorios salvajes e inhóspitos por parte del hombre tenían referentes reales muy cercanos en el tiempo. Por eso decimos que es un género inequívocamente americano. Teniendo esto en cuenta, tal vez sorprenda que el sueco Victor Sjöström realizara en 1928 un western increíblemente moderno, en donde captura con una impresionante puesta en escena la lucha entre dos fuerzas rugientes. La de la Naturaleza, el desierto de Texas, sus eternas tormentas de viento y arena y sus primitivos pobladores, contra la Humana, Letty (Lillian Gish), la joven de la civilización que viaja a lo desconocido en busca de una nueva vida.
No hay aquí indios ni sheriffs ni otros tópicos frecuentes en estos primeros tiempos del género. Es un drama psicológico, en donde el conquistador del Oeste es en este caso conquistadora, y no lleva pistolas, aunque al final se vea obligada a utilizar una. Porque sí, el Oeste tiene su ley, y hay que aceptarla igual que hay que aceptar la dureza de las otras condiciones de vida que impone. Ya que no es solo el viento, efecto especial que Sjöström utiliza para construir su hipnótico far-west, sino también y especialmente las personas. La película habla de la necesidad de construir relaciones forzadas para sobrevivir, como otra de las consecuencias de la adaptación al entorno. Letty y su compañero masculino protagonizan un par de estupendas secuencias en las que flotan en el aire los sentimientos, deseos, miedos y frustraciones que acompañan a la vida en el más salvaje que nunca Oeste. Lillian Gish está maravillosa, y Sjöström, brillante en la construcción de una atmósfera sobrecogedora, arrebatada y a ratos onírica. Mención especial para la banda sonora (aunque es una versión de 1983), en completa consonancia con el espíritu del film. Película fortísima y soberbia, una verdadera obra maestra.
PS. Me pregunto si Hiroshi Teshigahara se inspiró de algún modo en "El viento” para filmar mi adorada “La mujer de las dunas”…
Puntuación: 5 / 5
Lo mejor: La poderosa y mágica recreación de lo inhóspito, lo incivilizado, y la reconstrucción del realismo y la rudeza de la vida de las gentes se atrevieron con ello.
Lo peor: Su corta duración (70 minutos). Parece mentira, pero así como a menudo otras películas mudas alargan muchísimo la narración, "El viento" es tan perfectamente concisa que se hace corta, y no hubieran importado en absoluto 20, 30 minutos más.
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