31 de enero de 2012

El extraño caso de Angélica (M. de Oliveira)

[O estranho caso de Angelica, 2010, Manoel de Oliveira]

Un joven hace un retrato fotográfico de una muchacha recién fallecida y se enamora de ella. Una historia como esta podría ser hermosa, lírica, arrebatadora, pero "El extraño caso de Angélica" produce en mí el mismo efecto que ciertos cuadros del Renacimiento o ciertas composiciones barrocas. Es agradable contemplarla, no se le puede reprochar absolutamente nada, y el dominio de las técnicas es absoluto. Pero no me emociona, no me toca, no conecta conmigo. Oliveira crea una atmósfera etérea, mágica, sedante, pero carente de auténtica belleza, tristeza o pasión. Las interpretaciones son desconcertantes, cuasi-bressonianas, y las imágenes formalmente inmaculadas pero simples, toscas.

Muy pocas películas me habían resultado tan ajenas como "El extraño caso de Angélica". Me maravilla que un señor de 103 años siga dirigiendo, ¡y de qué manera! Son verdaderamente fascinantes la lucidez y la personalidad propia, única, de su cine. Pero al igual que utilizo la palabra lucidez, Oliveira habita, y nos habla de, un mundo diferente, irreal, atemporal (aunque la ambientación de esta película es supuestamente actual). En definitiva, un mundo muy íntimo suyo, que viene del pasado y pertenece al pasado, que desprende nostalgia y secretos que están muy lejos de lo que yo pueda experimentar. “El extraño caso de Angélica” es un juguete particular de Oliveira, es una burbuja en el tiempo en la que yo no sé entrar.

Puntuación: 2,5 / 5

Lo mejor: la sencillez de Oliveira y su entrañable regusto añejo combinado con su insólita modernidad y frescura.

Lo peor: la frialdad y la distancia que irremediablemente me separan de comulgar con esta película.


27 de enero de 2012

Un dios salvaje (R. Polanski)

[Carnage, 2011, Roman Polanski]

Dos matrimonios se reúnen para hablar y quitar hierro a una pelea entre sus respectivos hijos. Así de sencilla y de limitada es "Un dios salvaje", que ha supuesto una pequeña decepción después del estupendo thriller y buena lección de dirección cinematográfica que fue, cuando dábamos por perdido a Roman Polanski, "El escritor”. Se trata, sin más, de una obra de teatro, con lo que es una pena que las virtudes del cineasta polaco pasen prácticamente desapercibidas.


Lo que toca pues es valorar el texto, de Yasmina Reza, y al cuarteto de actores. El primero está bien hilvanado, y encadena con agilidad las escenas y los diálogos. De hecho, la película es una verborrea continua, algo que es muy fácil que se vaya de las manos o se vuelva vacío y pomposo. Por suerte, y gracias en parte a su correcta duración, el guión aguanta bastante bien el tipo. No obstante, le falta auténtico impacto y no es tan duro como aparenta. Intenta ser un ataque frontal a la hipocresía de las clases burguesas, pero tiene cierta artificialidad dramática y un pelín de rigidez. Como mensaje es interesante y ciertamente real, pero un tanto obvio, y la película queda demasiado oprimida por el puro carácter teatral del desarrollo de esa tesis. Así las cosas, quizás incluso salga más a cuenta tomársela como una comedia, pese a la base simplista y arquetípica de sus gags.


En cuanto a los actores, cumplen perfectamente y en consonancia con lo dicho sobre el libreto. Kate Winslet es una de las mejores actrices del Hollywood actual, estaría bien verla en proyectos menos comerciales. Christopher Waltz y John McReilly están muy socarrones y francamente divertidos, y quizás Jodie Foster sea la más floja de todos, abusando un poco del histerismo y la afectación.

Puntuación: 3 / 5

Lo mejor: el tono satírico, su equilibrio bien mantenido entre un drama lleno de patetismo y una especie de sit-com.

Lo peor: un Polanski menor, sin duda alguna, aunque por encima de la media.

20 de enero de 2012

Medianoche en París (W. Allen)

[Medianoche en París, 2011, Woody Allen]

Me atrevo a decir que es muy difícil que directores con casi 50 films a sus espaldas no tengan uno o dos bodrios absolutos (o más, claro) entre ellas*. Me da la impresión de que Woody Allen es una excepción. Tiene, por supuesto, muchas películas olvidables. Flojas, intrascendentes, pero no directamente malas. Pero todas acaban dejándome en el cuerpo ni que sea un mínimo de sensación positiva. Las más serias producen cierta pesadumbre, las más cómicas producen una sonrisa. No es nada concreto, quizás simplemente entreveo tras sus imágenes a ese pequeño judío de Nueva York que es uno de los máximos enamorados del cine, aunque hace tiempo que haya dejado de saber expresarlo.

“Medianoche en París” tiene algo insoportable, y es su función de película-postal (Carla Bruni incluida). Lo mismo que con "Vicky Cristina Barcelona", aunque por suerte, aquí Woody se traslada a los años 20 para hacer su promoción turística de París, consiguiendo un aire más retro, atemporal y nostálgico. Sin embargo, sigue pareciéndome muy cutre y barato que Woody nos meta en la cabeza a martillazos su supuesto amor hacia París (antes fue Barcelona y ahora vendrá Roma...) a través de un protagonista que no hace más que decir: ¡Oh, qué bonito es París! ¡Me encantaría vivir en París! El "mensaje" es artificial y forzado, con decorados acartonados e imágenes de la ciudad que transmiten falsedad.


Pero también me parece sonrojante el continuo desfilar de personajes que pretenden ayudar a construir el look del París de principios del XX soltando cuatro frases anecdóticas y que terminan resultando ridículos y cansinos. Me vino a la cabeza una de esas obrillas teatrales para estudiantes de secundaria que tratan de definir en cuatro pinceladas una época o lugar pasados. Entiendo que se prescinda de rigor histórico, pero esto para mí no es un homenaje.


¿Qué puedo rescatar entonces de la película? Además del mencionado truco del "viaje al pasado", que es efectivo, diría que su salvador es Owen Wilson, su aire inocente y bobalicón, que cae simpático y hace que nos tomemos el visionado con un poco más de buen humor. Por otro lado, el montaje de las elipsis día-noche es hábil y ligero; Woody siempre ha tenido mucha mano para eso, así como para cuadrar bien la duración de sus películas en 90 minutos.


Puntuación: 2,5 / 5

Lo mejor: lo poco en serio que Woody Allen se toma a sí mismo, a estas alturas de su carrera.

Lo peor: el tono de impostura, de folletín, de maniquí, tanto a nivel "turístico" como "histórico".

*PS. A decir verdad, “Vicky Cristina Barcelona”, empezando por su horrendo título, es la máxima candidata a ser ese bodrio, pero como la tengo algo borrosa voy a hacer la vista gorda.

18 de enero de 2012

Drive (N.W. Refn)

[Drive, 2011, Nicolas Winding Refn]

"Conozco a muchos tipos que se lían con mujeres casadas, pero tú eres el único que se dedica a pagar las deudas del marido"


Esta frase del genial Walter Whi... Bryan Cranston, resume el argumento y el espíritu de "Drive". El protagonista es un "loner" de pocas palabras, guapito (que no guaperas) y tristón, cuya única compañía y dedicación son los coches. En los ratos libres se dedica a negocios turbios. Uno de ellos (por supuestísimo, por culpa de una mujer) le lleva a una situación de "él contra el mundo".

La misma película, el mismo guión, incluso los mismos actores, podrían ser desastrosos si no fuera por el excelente tempo, la frialdad, el sosiego - incluso haciendo un correcto uso de la cámara lenta en momentos puntuales - de la dirección, que hacen de "Drive" una película atractiva, silenciosa y nada estridente. Apenas hay acción y el peso cae sobre los personajes, especialmente en Ryan Gosling y la monísima Carey Mulligan: muy comedidos, quizá demasiado, aunque reconozco que funciona la parquedad de la interacción entre ellos. Sus escenas contienen la respiración, son pausadas, delicadas, al igual que sus mínimos diálogos. Y por último es necesario mencionar el papel clave, que da cohesión a todos estos elementos, de una bella, oscura e inquietante banda sonora de aroma lynchiano (*)


El punto chirriante lo pone Ryan Gosling, al que creo que veo por primera vez en pantalla. No sé qué tal le van otros registros, pero aquí intenta ser algo así como Alain Delon y... ejem. Pero tiene cierta gracia y originalidad precisamente por su cara de niñato, quizá ver en su lugar a un Daniel Craig hubiera sido más aburrido.



Puntuación: 3,5 / 5

Lo mejor: ver cómo lo que en manos de unos patanes podría haber sido un "thriller" del montón se convierte sorprendentemente en una de las películas más decentes del año.

Lo peor: ... no deja de ser una historia bastante trillada.

PS. Para ser honesto, aunque de hecho aplauda que no abuse de la acción, me ha decepcionado un poco que no hiciera más honor al título; me hubiera gustado ver alguna otra persecución.

PS2 (*). EDITADO: Hay una curiosa anécdota con la banda sonora. Inicialmente fue fichado Angelo Badalamenti, que aparece en los créditos de las primeras versiones del montaje final. Para la versión final se utilizó un score de Cliff Martinez. Sin embargo no me ha quedado muy claro si en esa primera versión se utilizó realmente música de Badalamenti (yo apuesto por que sí, al menos es totalmente su estilo) u otros cortes de diferentes compositores.


17 de enero de 2012

El viento (V. Sjöström)

[The wind, 1928, Victor Sjöström]

Los westerns abundan en los comienzos del cine. Se da la circunstancia de que, aunque hoy nos parezca un género de carácter histórico, allá a principios del siglo XX los relatos sobre la doma de territorios salvajes e inhóspitos por parte del hombre tenían referentes reales muy cercanos en el tiempo. Por eso decimos que es un género inequívocamente americano. Teniendo esto en cuenta, tal vez sorprenda que el sueco Victor Sjöström realizara en 1928 un western increíblemente moderno, en donde captura con una impresionante puesta en escena la lucha entre dos fuerzas rugientes. La de la Naturaleza, el desierto de Texas, sus eternas tormentas de viento y arena y sus primitivos pobladores, contra la Humana, Letty (Lillian Gish), la joven de la civilización que viaja a lo desconocido en busca de una nueva vida.

No hay aquí indios ni sheriffs ni otros tópicos frecuentes en estos primeros tiempos del género. Es un drama psicológico, en donde el conquistador del Oeste es en este caso conquistadora, y no lleva pistolas, aunque al final se vea obligada a utilizar una. Porque sí, el Oeste tiene su ley, y hay que aceptarla igual que hay que aceptar la dureza de las otras condiciones de vida que impone. Ya que no es solo el viento, efecto especial que Sjöström utiliza para construir su hipnótico far-west, sino también y especialmente las personas. La película habla de la necesidad de construir relaciones forzadas para sobrevivir, como otra de las consecuencias de la adaptación al entorno. Letty y su compañero masculino protagonizan un par de estupendas secuencias en las que flotan en el aire los sentimientos, deseos, miedos y frustraciones que acompañan a la vida en el más salvaje que nunca Oeste. Lillian Gish está maravillosa, y Sjöström, brillante en la construcción de una atmósfera sobrecogedora, arrebatada y a ratos onírica. Mención especial para la banda sonora (aunque es una versión de 1983), en completa consonancia con el espíritu del film. Película fortísima y soberbia, una verdadera obra maestra.

PS. Me pregunto si Hiroshi Teshigahara se inspiró de algún modo en "El viento” para filmar mi adorada “La mujer de las dunas”…

Puntuación: 5 / 5

Lo mejor: La poderosa y mágica recreación de lo inhóspito, lo incivilizado, y la reconstrucción del realismo y la rudeza de la vida de las gentes se atrevieron con ello.

Lo peor: Su corta duración (70 minutos). Parece mentira, pero así como a menudo otras películas mudas alargan muchísimo la narración, "El viento" es tan perfectamente concisa que se hace corta, y no hubieran importado en absoluto 20, 30 minutos más.

16 de enero de 2012

El rapto de Bunny Lake (O. Preminger)

[Bunny Lake is missing, 1965, Otto Preminger]

La buena mano de Otto Preminger, que se hace notar especialmente en ciertos planos hacia el final de la película, y una acertada fotografía en blanco y negro de Londres en los 60, son lo único rescatable de "El rapto de Bunny Lake", que naufraga por culpa de un guión aburrido, en su mayor parte predecible, unos personajes horrorosos y unos actores en la misma línea.

Una buena premisa argumental (una niña desaparece, pero nadie recuerda haberla visto antes, ¿será real o imaginaria?), similar a la de "La dama del expreso" de Hitchcock y también utilizada con posterioridad, se atasca a partir de los 10 minutos de película, que se pone a balbucear entre el policíaco y el suspense psicológico sin saber sacar ningún provecho de los recursos de ninguno de ambos géneros.

Los actores están lamentables, empezando por Carol Lynley (la madre) y su registro insoportablemente frígido e inexpresivo. [ADVERTENCIA DE SPOILER] Keir Dullea (el hermano de la madre) está un poco mejor hasta que le cae el papelón de hacer de malo de la película, su pose de loco-esquizofrénico enajenado resulta ridícula y una copia barata de Anthony Perkins en "Psicosis". Y el pobre Sir Olivier en su rol de inspector pues aguanta como puede, aunque una piedra lo haría igual de bien. Por no mencionar a Noel Coward, un actor con visible talento pero encarnando aquí a un secundario completamente inútil que aporta absolutamente cero a la trama.

El desarrollo de la película es aburrido, las pesquisas de los protagonistas son lentas y no aportan la intriga necesaria, y cuando por fin se llega al giro final (Dullea, que supuestamente es un tarado, ha secuestrado a la niña para matarla, celoso porque le roba la atención de su hermana), durante 15 minutos el director fracasa estrepitosamente en su intento de crear un clímax hasta que llega la policía (que ha descubierto el pastel gracias a que el guionista no se lo podía haber puesto más fácil).

Una película decididamente fallida, a la que le falta una gran dosis de habilidad y originalidad para tratar un argumento que acaba solucionando tristemente con "el truco del loco".

Puntuación: 1,5 / 5

Lo mejor: La fotografía, y el guiño al Londres pop con el concierto de The Zombies por televisión


Lo peor: Difícil escoger, pero el aburridísimo desenlace



15 de enero de 2012

Dillinger ha muerto (M. Ferreri)

[Dillinger è morto, 1969, Marco Ferreri]

Imagino que cuando se empieza un blog suele buscarse un buen pistoletazo de salida. Una entrada que tenga cierto peso o sea representativa, al menos para el autor, de aquello a lo que piensa dedicarse el recién inaugurado cuaderno de bitácora. Mi intención es garabatear en él, al menos por ahora, sobre el cine, a medida que lo disfrute o padezca: ideas, reflexiones, asociaciones, dudas y preguntas, y naturalmente invitaciones al debate o simple comentario a aquellos que tengan la inclinación de hacerlo.
Sin embargo, en busca de una elección para esa primeriza incursión, no conseguía inclinarme por ninguna película en concreto. Así pues, he optado por uno de mis recientes visionados, muy radical cinematográficamente hablando, y por ello lo suficientemente abierto como para ser un buen precedente de entradas futuras. Además, ¿qué mejor manera de "dar a luz" a un blog con semejante título?


Es posible que lo primero que le venga al espectador mal acostumbrado y comodón a la cabeza sea que "Dillinger ha muerto" es insoportablemente vacía, aburrida y banal. Pero al poco, uno puede dar con la clave, y es que lo que pretende es de hecho hablar de un vacío, un aburrimiento y una banalidad insoportables.
Glauco, Michel Piccoli, espléndido en el tedio y mediocridad que despliega, llega a casa después del trabajo, y acapara y se pasa toda la película deambulando por su casa, provocando exasperación, desconcierto y divertimento a partes iguales. Sonríe plácidamente y se toma las cosas con una calma apabullante. No le gusta la cena que le ha dejado preparada su mujer y se dedica meticulosamente a cocinarse otra. Pone música constantemente, canciones maravillosamente chillonas, escucha la radio, ve la televisión, come, lee el periódico. Se acomoda a oscuras en el salón para visionar unas grabaciones de sus vacaciones: corridas de toros, mujeres en la playa, olas del mar. Furtivamente se mete en la cama de su criada. Y manosea una y otra vez una vieja pistola que ha encontrado envuelta en periódico, engrasándola y pintándola de colorines.


Glauco no tiene sueño, ni prisa, ni hambre ni deseo. Se entretiene, juguetea, pasea de una habitación a otra. Se divierte inexplicablemente sin hacer absolutamente nada. He aquí el personaje que nos presenta Ferreri. El hombre contemporáneo, sus estúpidos rituales, su mundo pop, la sociedad de consumo, desnudados, expuestos y ridiculizados a través de una larga y lenta noche en vela que desemboca en un chocante y ácido final, una muestra más de patetismo, de insipidez, y especialmente de aburrimiento mortal. Participamos atónitos e irritados de la pereza y la inmadurez de Glauco, inevitablemente miramos el reloj y bostezamos, porque ya nos olemos que "no va a pasar nada” en el resto de la película. Ferreri nos está diciendo bien claro lo que pasa, su visión de la realidad es tremendamente provocativa y nihilista, y para exponerla, hace una película nihilista en sí misma, todo un tratado existencialista, pero ciertamente, mortalmente aburrido. "Dillinger ha muerto" es un film muy arriesgado, difícil, brutal, contundente, que no duda en renunciar a los convencionalismos narrativos más amables del cine.


Puntuación: 2,5 / 5

Lo mejor: Michel Piccoli. Brillante, incluso en una película como esta, o quizás haya que decir, sobre todo en una película como esta. Su fealdad y mediocridad no podían ser más idóneas.


Lo peor: La "efectividad” y puesta en práctica del mensaje de Ferreri, que experimentamos en primera persona durante todo el visionado.