[Przesłuchanie,
1982, Ryszard Bugajski]
La historia de “El interrogatorio”
fuera de la pantalla es apasionante, todo un símbolo de la lucha que obras de
toda clase mantuvieron contra diversos regímenes políticos a lo largo del siglo
XX. En Polonia, las películas interferidas por la censura reciben el nombre de półkownik,
que literalmente significa “coronel” pero que es un juego de palabras con la
palabra półka (estantería), y que hace referencia al hecho de que
muchas de esas cintas permanecían encerradas en sus cajas de metal en
estanterías y almacenes esperando ver la luz alguna vez. “El interrogatorio” fue
calificado por mandatarios de la República Popular de Polonia como “el mayor
filme anticomunista de la historia del país", y es posible que así sea.
Su estreno
oficial se produjo en diciembre de 1989 y en algunas bases de datos es esa la
fecha de producción que se le atribuye, pero en realidad fue filmado en 1981. El
joven Ryszard Bugajski, que trabajaba en el Studio X de Andrzej Wajda, escribió
el guión basado en una historia real y consiguió burlar un primer nivel de
censura y rodarlo contrarreloj y con muchas dificultades (tuvo que comprar
rollo de película en el extranjero). Muy poco tiempo después y sin la película
editada, el gobierno comunista declaró la Ley Marcial en respuesta a las
enormes protestas y reivindicaciones democráticas que se habían extendido por
el país. Bugajski continuó trabajando clandestinamente y por su cuenta en el
montaje del filme, y cuando estuvo terminado comenzó a difundirlo haciendo
copias privadas, ayudado por una distribuidora underground. Pero los censores no tardaron en descubrirlo, Bugajski
fue expulsado del estudio y temiendo ser arrestado, emigró a Estados Unidos,
donde encontró trabajo en la televisión dirigiendo capítulos de “Alfred
Hitchcock presenta" o “The Twilight Zone”. No fue hasta la caída del
comunismo en 1989 que Bugajski pudo volver a Polonia y que “El interrogatorio”
se estrenó comercialmente, siendo presentada en el festival de Cannes la
primavera siguiente.
La
película es tan terrorífica que resulta difícil creer que efectivamente fuera
filmada durante los últimos caóticos y represivos años de dictadura en Polonia.
Eso le confiere gran parte de su valor, su valentía y su locura, porque es tan
excesiva y delirante que hasta es exagerada. Pero es profundamente impactante y
tristemente muy veraz. Protagonizada por la magistral Krystyna Janda, musa de
Wajda, narra la historia de Antonina, una mujer que es arrestada durante el
período estalinista de principios de los 50 y sometida a un atroz
interrogatorio durante meses. Nadie le dice el motivo de su arresto, no tiene
derecho a ningún contacto con el exterior, y es brutalmente cuestionada sobre
aspectos íntimos de su vida y forzada a firmar confesiones de cosas que no ha
hecho.
“El
interrogatorio” tiene una dimensión visiblemente kafkiana, ya desde el inicio,
en que Antonina es invitada a copas por dos hombres que tras emborracharla la llevan
al calabozo. El individuo ciego e impotente de quien abusa un sistema de poder
inconmensurable e invisible, contra el que no cabe defensa posible: los miedos
y las predicciones del autor checo se hicieron más reales que nunca durante el
estalinismo. Pero fílmicamente es un drama carcelario agotador y angustioso que
se cruza con los géneros del terror y la ciencia/política-ficción, hay mucho de
George Orwell en las celdas y despachos de la fantasmagórica prisión recreada
en la película. Una recreación ciertamente escalofriante, sostenida por una
fotografía gélida de tonos grises e iluminación hiriente, y muchos planos
cortos y primeros planos. Se nota que el rodaje contó con pocos medios, pero
están aprovechados al máximo. Hoy tal vez nos pueda parecer que “El
interrogatorio” es poco realista, por el absurdo y la crueldad extrema del
relato. Nos preguntamos si carceleros así podían existir de verdad, nos resistimos
a creer que fueran de carne y hueso. Es una película donde la dimensión humana
es llevada a los extremos, desde la inhumanidad de los guardias hasta la
resignación de las prisioneras y la resistencia de Antonina. El contexto de los
interrogatorios es la paranoia del aparato estatal por encontrar a espías
anticomunistas y enemigos del pueblo debajo de cada piedra: ese parece ser el motivo
del arresto de Antonina. Vagamente, ella y el espectador van llegando a la
conclusión de que se la relaciona con un insurgente, pero en realidad no
importa. Nadie está a salvo de la sombra de la conspiración, y los captores no
vacilan en usar cualquier táctica necesaria: extorsionan, chantajean, torturan,
y hasta escenifican ejecuciones. Hablando con sus compañeras de celda, Antonina
se inventa una anécdota para entretenerlas (disparó un tanque contra una
letrina), una de ellas la 'delata', y en un interrogatorio posterior, el
oficial le muestra pruebas y evidencias (!) de que cometió ese acto. El consejo
que le da otra compañera sintetiza lo que sintieron y bajo lo que actuaron los
incontables presos políticos que fueron víctimas de los horrores del estado
policial: "Confiésalo todo, no importa que sea mentira".
Se calcula
que 1,8 millones de polacos fueron asesinados o deportados durante el terror
estalinista. “El interrogatorio" de Ryszard Bugajski es una película
memorable, una de las mejores y escalofriantes muestras del cine de la Europa
del Este oprimida bajo las dictaduras del comunismo.
Puntuación:
4,5 / 5
No quiero leer la reseña de la de Davies (uno de mis directores favoritos) hasta que la vea, uno de estos días.
ResponderEliminarDe todas formas me parece interesante la que comentas, no tenía ni idea, tiene todo el aspecto de una adaptación teatral.
Saludos
Roy
Desde luego daría para un montaje teatral muy bueno e intenso, aunque por lo que sé, es un guión original del propio Bugajski. En Polonia es una película de culto, hay incluso un libro escrito por Bugajski dedicado al rodaje y a todas las dificultades que atravesó para poder terminarla y estrenarla.
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