[Secret honor, 1984, Robert Altman]
Un buen número de veces es desconcertante tener que valorar películas que a todas luces parecen diseñadas para un escenario con telón y no para las cámaras. Utilícese el apelativo "teatro filmado" si se quiere, algo que puede llegar a ser despectivo. Nadie va a poner en duda que el teatro ha dado lugar a películas y adaptaciones magníficas, tanto como cualquier otro género literario, sin desmerecer ni un ápice su origen y con pleno aprovechamiento de las posibilidades que ofrece la puesta en escena cinematográfica. Pero es cierto que algunas piezas para teatro son mucho más parcas y minimalistas que otras, sus componentes están reducidos al mínimo y una película hecha a partir de ellas puede quedar muy coja. Este es el gran problema de “Secret honor", una obra en un solo acto, que tiene lugar en un solo espacio, y con un solo personaje recitando un monólogo. En circunstancias parecidas, y sin más trama ni acción que el puro texto, otras películas han logrado ser estupendas, como "Función de noche" de Josefina Molina (aunque con dos actores), y ampliando un poco el espectro, "La soga" de Alfred Hitchcock o las diversas versiones de "Doce hombres sin piedad".
El libreto escrito por Donald Freed y Arnold M.Stone fue llevado a la gran pantalla por Robert Altman, que debió hacer su película más relajante y fácil de filmar (en un despacho de la Universidad de Michigan), y en el estelar papel protagonista está Philip Baker Hall. Encarna a Richard Nixon, el 37º presidente de los Estados Unidos, en algún momento posterior a su caída en desgracia. La película transcurre por entero en su gabinete, en el que Nixon graba en un radiocasete una especie de memorias en las que realiza una revisión de varios episodios de su vida política, como congresista hasta presidente pasando por su periodo de vicepresidente de Eisenhower. El filme se permite licencias, es más una ficcionalización que un intento de biopic, pero en esencia alude a hechos reales de la vida del Nixon auténtico.
Si “Secret honor” quedará enterrada en la enorme filmografía de Altman no es solo por su carácter inherente de película menor, sino porque además comete varios errores. El que más salta a la vista, aunque más que un error es un serio impedimento para un ancho sector del público, es la multitud de referencias y alusiones a la historia y la política norteamericanas del siglo XX. Más allá de Kennedy, Castro o Kissinger, en el monólogo de Nixon se suceden constantemente nombres de personajes y menciones a hechos y eventos que a un espectador no estadounidense (incluso mínimamente ilustrado) le suenan a chino. Obviamente, ya que la película es una particular revisión de la trayectoria y la vida de Nixon, todos esos detalles son imprescindibles y el texto prácticamente se sustenta en ellos, de modo que deja muy poca cosa a la que agarrarse.
Philip Baker Hall, convincente como está y mostrando un evidente carisma escénico, cae en una serie de irritantes tics (tal vez impuestos por el guión) que desgraciadamente lastran su interpretación. La película muestra a Nixon emborrachándose con whisky, con lagunas de memoria, que continuamente se va por las ramas y pierde el hilo de lo que dice. Demasiadas veces no acaba sus frases, cambia repentinamente de un tema a otro, tartamudea sin cesar y escupe insultos. Lo que podría ser un simple elemento de caracterización del personaje acaba siendo francamente una dificultad para comprender y seguir el ya de por sí nada fácil discurso de Nixon. Y finalmente, tampoco la planificación y el uso de la cámara resultan los más acertados. La gran presencia actoral de Baker Hall habría facilitado rodar la película en una sola toma, o al menos reducirla a las mínimas posibles. Sin embargo, hay continuos saltos de cámara y cambios de plano (enfocando a veces a cuadros del despacho o a las pantallas de circuito cerrado del despacho), muchos de ellos innecesarios y que destruyen la elegancia visual que de lo contrario la película podría tener. Definitivamente, Robert Altman, que siendo uno de los mejores cineastas norteamericanos de todos los tiempos hizo bastantes obras mediocres, no tiene en "Secret honor" ninguna de sus peores películas, pero sí probablemente una de las más prescindibles e insignificantes.
Puntuación: 2,5 / 5
Lo mejor: la brutalidad y sinceridad de algunos momentos de la interpretación de Philip Baker Hall.
Lo peor: el poco interés y el poco gancho que tiene la película para los no forofos de Richard Nixon.
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