[Happy
people: A year in the taiga, 2010, Dmitri Vasyukov & Werner Herzog]
Había comenzado esta entrada hablando
de lo insaciable e incansable que es Werner Herzog, de cómo sus películas
documentales (no las he contado, pero diría que más numerosas que sus películas
de ficción) reflejan que tras ellas hay un gran aventurero, enamorado del mundo,
la naturaleza y la vida y deseoso de viajar a todos los rincones del planeta
para mostrárnoslos en la pantalla. Pero tras indagar un poco, me tengo que
morder la lengua en lo que a “Happy people” se refiere.
Que conste que me encanta Herzog, sin
duda alguna un fabuloso documentalista al que es imposible quitarle mérito
alguno. Se ha desplazado y adentrado en territorios inexplorados a cada cual
más pintoresco, desde la selva de Guyana hasta la Antártida pasando por las
cuevas rupestres de Chauvet en Francia, retratando sus viajes en películas de gran
tranquilidad y belleza. Pero al césar lo que es del césar: Werner Herzog no ha pisado la taiga siberiana ni ha dirigido realmente “Happy
people”.
Dmitri Vasyukov (1958) trabajó muchos
años como asistente de dirección en los estudios Mosfilm y se pasó al mundo de
la publicidad en los años 90. Hacia 2003, un amigo suyo le propuso hacer un
documental sobre un pueblo de la taiga, la gigantesca masa boscosa que se
extiende por toda Siberia. Concretamente, Bakhta, una localidad de 300
habitantes a la orilla del río Yeniséi, en el puro centro de Rusia. La
filmación duró un año entero y el producto final (2008) fue una película de
casi cuatro horas, que fue estructurada en forma de miniserie con cuatro
episodios: primavera, verano, otoño e invierno. El título, “Schastlivye lyudi”
(Gente feliz), hace referencia a un modo de vida casi prehistórico, completamente
alejado del modelo occidental. Sin embargo, ningún distribuidor pareció
interesarse por ella hasta que Werner Herzog le echó un ojo y quedó encantado. Telefoneó
entonces a Vasyukov y le sugirió “producirle” una versión internacional que
iría co-firmada por él. Con el título “Happy people: a year in the taiga”, la
película fue reducida a una versión de 94 minutos, aunque conservando la
separación según las cuatro estaciones. La banda sonora musical fue sustituida
por una nueva, todas las voces de los personajes dobladas al inglés, y el
narrador, Vasyukov en la versión original, es el propio Herzog (como es
habitual en otros documentales suyos). El resultado es una película que
indudablemente tiene la impronta de Herzog, que supervisó todo el nuevo
montaje, y que ciertamente es más visible y tiene un tempo mucho más adecuado que
la versión de 220 minutos.
Bien, aclaradas las cuestiones burocráticas,
“Happy people” es una hermosa película, cautivadora y elegante. Aunque se
centra en el pueblo de Bakhta, más concretamente los protagonistas son los
cazadores, a quienes va dedicado el título. La cámara los sigue esencialmente a
ellos, cómo durante la primavera y el verano construyen sus cabañas de caza,
esparcidas por la inmensidad de la taiga, tallan en madera sus esquís y sus canoas,
y preparan las trampas tan ancestrales como sofisticadas. Durante todo el
invierno vuelven a recorrer el mismo bosque cazando y recogiendo las presas
capturadas. También hay secuencias que retratan a la población nativa de la
zona, de la que quedan pocos representantes, y a otros habitantes del pueblo.
“Happy people” es un documental de
corte muy clásico, y en realidad lo mejor que tiene es su propio material de
partida. No por ello dejamos de reconocer la ardua labor de Vasyukov y su
equipo filmando a 50 grados bajo cero, pero son la taiga siberiana con sus
interminables bosques, el espectacular deshielo del Yeniséi, el palpable sabor
a exótico pero visiblemente auténtico de la Rusia más primitiva y rural que nos
traslada completamente a otra época… lo que de por sí deslumbra al espectador.
En otras palabras, es difícil, incluso sin arriesgar demasiado, no hacer un
buen documental sobre un lugar tan maravilloso y virgen como el corazón de
Siberia.
Puntuación:
3,5 / 5
Lo mejor: parece mentira que un
documental sobre indígenas y naturaleza, algo que suena tan vulgar, pueda ser
tan entretenido y agradable de contemplar.
Lo peor: no he visto el montaje
original (que ahora sí está disponible en versión rusa), pero posiblemente el
de Werner Herzog es más sintetizado y muy redondo. Sin embargo, considero un
terrible desacierto doblar las voces de los personajes al inglés, al estilo de
los reportajes de TV. Si casi siempre en cine es preferible la versión original
subtitulada, aún más en un documental donde la veracidad y el realismo que ha
de transmitir son todavía mayores. Asimismo, me parece que la voz del narrador
(Herzog, aunque no sé si es una mera traducción de la original de Vasyukov o si
añade texto propio) es en algunos momentos sobreexplicativa e innecesaria.
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