[Moonrise
Kingdom, 2012, Wes Anderson]
Me produce un confortable e infantil
placer saber que cada dos o tres años hay un nuevo estreno de Wes Anderson.
Lógicamente, hay muchos directores contemporáneos a los que sigo con interés,
pero ningún otro me vuelve tan sensible y diría que la ilusión con la que
espero su siguiente película no es igual a ninguna otra. Una de las estrategias
más evidentes de Wes Anderson es haber fidelizado a una audiencia con un cine
muy específico. No me refiero solamente a sus temas o a cómo filma desde un
punto de vista formal, sino a una sensación de como si por el celuloide
corriera su mismísima sangre. Creo que solo Tim Burton, Hayao Miyazaki o Terry
Gilliam (con la sombra de Fellini planeando por encima) son comparables con
Anderson, en cuanto a lo imaginativo, lo rico y lo peculiar del universo que
florece en sus películas. Anderson, como Burton y Miyazaki, es un maravilloso
cuentacuentos.
Tenía el
ligero temor de que "Moonrise Kingdom" pudiera dar muestras de un
cierto cansancio, que Anderson comenzara a abusar de sí mismo y a repetirse. De
hecho, quizá a algunos se lo parezca, pero yo creo que está fresquísimo y con
las pilas cargadas al máximo. Lo cierto es que tampoco arriesga mucho y juega
sobre seguro. Es decir, "Moonrise Kingdom" es un Wes Anderson puro, y
así como en “Fantástico Sr.Fox” hizo una apuesta por la animación, no se
percibe en esta ninguna intención de explorar nuevos terrenos. Es más, es
incluso el filme que posiblemente bebe más de los anteriores; en concreto, de
“Life aquatic", lo que se aprecia hasta en secuencias (como el
redactado/narración de cartas) y movimientos de cámara muy específicos (como
cuando se describe la vivienda inicial al principio del filme).
La acción
transcurre en un escenario muy propio de Anderson: New Penzance, una diminuta
isla de Nueva Inglaterra (inventada, por supuesto). Uno de los frecuentes y curiosos
personajes secundarios habla a la cámara al comienzo de la película para
proporcionar al espectador la información más trivial y anecdótica acerca del
lugar. Así, a través de escuetas y divertidas pinceladas enseguida conocemos a
todos los personajes y se presenta el conflicto: el joven scout Sam, huérfano
de padres, se fuga con su enamorada Suzy, la mayor de los cuatro hijos de un
plomizo matrimonio de abogados. La película cubre su huida a través de los
pintorescos paisajes de New Penzance mientras todos tratan de hallarlos.
Los
clásicos héroes lunáticos de Anderson son en esta ocasión una pareja de niños,
y el cineasta deja en evidencia al mundo de los adultos, desplegando una vez
más su fantasía repleta de inteligente humor contenido, cariño y unas gotas de
melancolía. No me cuesta nada pensar en Sam como el propio Anderson, o quizás en
Ward, el jefe de los scouts, un simpático e inocente personaje que interpreta
estupendamente Edward Norton pero que parece escrito para Owen Wilson,
protagonista incondicional y esencial del cine de Anderson, del que se ausenta
por primera vez. Ward es el puente entre el país de las maravillas andersoniano
y el mundo real, entre la pareja de infantiles amantes y las personas mayores,
retratadas de manera incluso mordaz. Desde los padres de Suzy, (unos cansados,
feos y mal envejecidos Bill Murray y Frances McDormand) hasta el líder del gran
campamento scout a quien le estalla una cabaña llena de petardos (Harvey Keitel
en horas bajas) pasando por la rígida y fría asistente de los "Servicios
Sociales" que quiere llevar a Sam al orfanato (Tilda Swinton vestida con
una ridícula capa estilo superhéroe). El más ambiguo es el capitán Sharp,
encarnado por un inusitadamente genial Bruce Willis, el triste y solitario
policía de la isla que vive en una caravana y tiene una descafeinada aventura
con la madre de Suzy, pero que acaba cogiendo afecto a Sam y es el único
'adulto real' que rompe una lanza a favor de los niños.
En lo visual,
“Moonrise Kingdom” está repleta de iconos y elementos andersonianos. Los scouts
son uno de los mejores, con sus uniformecitos, sus insignias y su ridícula e
inútil pero estimable jerarquía (otro guiño al equipo de Steve Zissou). Hay
momentazos cien por cien Anderson, como cuando Sam abandona la representación
teatral del Diluvio Universal y el travelling que lo acompaña muestra a docenas
de niños disfrazados de animales en parejas preparados para entrar en escena.
La pasión/fetichismo del cineasta por los gadgets y por los detalles se
multiplica y de nuevo Sam y Suzy son el reflejo de Anderson en el espejo,
cuando para fugarse se llevan consigo un tocadiscos, comida para gatos y una
maleta repleta de libros de magia y aventuras.
Pero por
encima de la extravagancia de sus bromas y sus gags, de la belleza y el encanto
naíf de sus personajes y sus escenarios, "Moonrise Kingdom" es una
preciosa historia de amor. Algunas escenas son de gran ternura: él
defendiéndola a ella con un rifle de juguete frente al resto de scouts que
vienen a capturarlos, clavándole los pendientes en las orejas en una dulce
alusión a la pérdida de la virginidad, o ambos cruzando las islas en búsqueda
de su primo scout para que los case. Por el contrario, otras son de fuerte
intensidad dramática, amenazan con abandonar el tono cómico y ligero y
transformar súbitamente la película en una tragedia: el rayo, la inundación y
la secuencia final en el campanario. He aquí lo delicioso del cine de Anderson,
su habilidad de cuentacuentos a través de la mezcolanza de registros narrativos
y un poderío y una personalidad estética únicas. Un cine puro, límpido y muy
hermoso.
No quiero
terminar el artículo sin referirme a los colaboradores en el plano artístico
que hacen que el universo andersoniano en "Moonrise Kingdom" vuelva a
ser, de nuevo, espléndido, divertidísimo, y lleno de energía y originalidad. La
fotografía de Robert D. Yeoman y el diseño de decorados de Kris Moran (ambos
habituales de Anderson), así como el diseño de vestuario a cargo de Kasia
Walicka-Maimone derrochan un buen rollo y una frescura que ya quisieran para sí
miles de acartonados y formalistas profesionales del gremio. Y la mención final
es para Alexandre Desplat, seguramente uno de los mejores compositores del cine
americano actual: la música es también importantísima en las películas de
Anderson, y el francés ofrece un encantador recital de piezas que lo demuestran
mejor que nunca.
Wes, lo
has vuelto a conseguir. Sigue así, ya espero con ansias la próxima.
Puntuación: 4,5 / 5
Yo estoy intentado ser paciente para acceder en unos 7-10 días a una sala en V.O, pero es muy duro sabiendo que bajando al portal al girar la esquina la tienes (aunque sea doblada).
ResponderEliminarSaludos de un fan
La paciencia vale la pena en este caso, el talento actoral de las pelis de Anderson hace que la VO sea aun más necesaria. Sus personajes hablan prácticamente un idioma propio.
ResponderEliminarNo veía con buenos ojos el cine de Wes Anderson, me era indiferente, hace años vi rushmore y la deje incompleta, no me atrapó, me pareció menor pero con el tiempo leyendo en diferentes partes me ha entrado mucha expectativa por la obra de éste director tanto que espero ver ésta última que ya presentada en Cannes me da mayor curiosidad, por ahora la espero y a ver si indago en su filmografía para cambiar esa percepción primera. Un abrazo.
ResponderEliminarEn "Rushmore" Anderson todavía esta verde, es su película más discreta (junto con su debut "Bottle rocket"), pero "Moonrise Kingdom" está gustando incluso a gente que no era especialmente fan de Anderson o a quienes directamente les parecía un poco bobo y cansino. En mi ranking particular, de momento, yo la coloco después de "Life aquatic" que me parece una de las películas más estupendas de la pasada década, pero es posible que sea de algún modo su película más seria, madura y tierna. Si te animas con Anderson, puedes perfectamente empezar con ella.
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