[Hunger, 2008, Steve McQueen]
La ópera prima de Steve McQueen (que ahora estrena “Shame”, su segunda película) lo convirtió en el director revelación en muchos festivales, aunque se ha resaltado mucho el hecho de que tiene a sus espaldas una reconocida carrera como creador de videoarte. Seguramente por eso, su debut cinematográfico, un drama carcelario sobre el conflicto de Irlanda del Norte, no sigue un estilo documental ni adopta una perspectiva histórico-política. “Hunger" se basa en un hecho real, la huelga de hambre de varios presos del IRA encabezada por Bobby Sands en 1981. Pero por encima de este relato, es un soberbio ejemplo de aprovechamiento de elementos audiovisuales. Valga la redundancia: imágenes, sonidos, texturas, luces, silencios.
La película se divide en dos partes. La primera muestra las durísimas condiciones de los presos republicanos en la cárcel. La violencia física es un recurso imprescindible, pero no el único, y tampoco es abusivo. La película no se recrea en detalles, no es machacona ni escabrosa, sino que selecciona muy cuidadosamente lo que quiere enseñar. Los diálogos son casi inexistentes, las tomas y planos largos y delicados. Los presos del IRA, que reclaman “estatus político", no quieren llevar los uniformes y van desnudos, embadurnan las paredes de las celdas con sus excrementos, orinan en el pasillo y se niegan a asearse. Aunque Bobby Sands es el personaje central, en el primer acto nadie acapara demasiado protagonismo. Y no solo se nos habla de los presos, sino también de los guardias. En realidad, la película empieza mostrando a un carcelero en su casa. Se levanta por la mañana y hunde sus manos en agua caliente: están llenas de heridas provocadas por los puñetazos que asesta a los presos. Se dispone a ir a trabajar, comprobando primero que no tenga ninguna bomba adherida al coche. Más que reflejar al carcelero como un torturador, en "Hunger" existe una visión global de la sangrienta guerra del terror norirlandesa que afecta a todos por igual, y se busca una identificación entre todos sus actores. El carcelero es otra víctima más del odio y del terror. A mitad de la película, cuando visita a su madre en el asilo, un pistolero del IRA le descerraja un tiro en la nuca. En una escena en que un grupo de policías armados con cascos y escudos apalea a los presos, se ve a uno de los primeros llorando y escondido tras una pared. Esta primera parte es una gran ilustración general, visual y sonoramente visceral, del conflicto de Irlanda del Norte vivido desde una cárcel.
La segunda parte se vuelve más personal y pasa a tener un protagonista claro, Bobby Sands (Michael Fassbender), que decide iniciar una huelga de hambre para reivindicar los derechos que piden los presos del IRA. Tiene lugar una larga conversación entre él y un sacerdote republicano, que prácticamente acapara todo el diálogo de la película. Es una escena de enorme fuerza, rodada casi en su totalidad en un único plano de 18 minutos de duración; un impecable ejercicio de narrativa, muy bien estructurado, con autonomía propia: podría ser perfectamente una película independiente. Y finalmente, “Hunger” lleva al espectador a contemplar hasta el final la autodestrucción de Bobby Sands a través de su huelga de hambre, con un ritmo más pausado, en consonancia con la agonía del prisionero.
No puedo comparar “Hunger” con los trabajos de vídeo de Steve McQueen, puesto que no los conozco, pero salta a la vista el amor del director británico por un cine que se expresa con sus imágenes, que las relaciona, que las teje entre sí. Las heridas del carcelero, las llagas de Bobby Sands y su cuerpo decrépito y consumido, las palizas de los policías, los excrementos de los presos. A través de todos estos elementos que giran en torno al organismo humano, "Hunger" es una película sobre el terrible desgaste del mismo cuando se lleva al límite, y en cierta manera, sobre el desgaste de la propia civilización en contextos como el del conflicto que se vivió en Irlanda del Norte durante décadas.
Puntuación: 3,5 / 5
Lo mejor: un drama carcelario poco corriente, sin cháchara, que transmite lo máximo con lo mínimo.
Lo peor: McQueen no puede o no quiere evitar que "Hunger" trascienda un agresivo contenido político, tendencioso para bien o para mal.
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