15 de enero de 2013

The master (Paul Thomas Anderson)



[The master, 2012, Paul Thomas Anderson]

Aquello de que cuanto más arriba se sube, más dura será la caída, por fortuna no es aplicable a Paul Thomas Anderson. Porque no ha llegado ni mucho menos tan arriba. No sé por qué tantos parecían esperar una cegadora obra maestra, pero francamente me alegro en primer lugar por su joven director. Es un gran director y se merece seguir haciendo buenas películas (que espero y estoy convencido de que las hará), pero ya le va bien haber moderado lo que se auguraba como un ascenso fulgurante. 


Indudablemente Anderson tiene una fuerte personalidad cinematográfica y una apasionada voluntad creativa, lo cual es de agradecer. Entre otras cosas, por eso ha escrito todos los filmes que ha dirigido, lo que en esta ocasión le ha hecho pegarse este pequeño y eficaz batacazo. A pesar de momentos de gran brillantez, su última película se tropieza por llevar unos zapatos demasiado grandes. Aquí los zapatos se llaman Joaquim Phoenix y Philip Seymour Hoffman, que siendo indudablemente lo mejor de la película son asimismo su lastre.



Lo que menos me interesa es si Anderson quiere hablar de las sectas o de lo maleable que puede ser el carácter del hombre. El mensaje en sí no resulta especialmente novedoso, y supongo que a él tampoco debía parecérselo porque vuelca toda su energía en las "performances" de los actores esperando que ellos se bastarán por sí solos. Con Pozos de ambición la jugada le salió bien, pero igual es que solo había un personaje, y aquí hay dos que se quieren despellejar entre sí. La película se convierte en un campo de batalla entre Seymour Hoffman y Phoenix y lo único que uno acaba pensando es quién mola más. Cuál será el próximo numerito que hará cada uno. Phoenix dando vueltas a una habitación con los ojos cerrados golpeando las paredes, versus Seymour Hoffman en moto a grito pelado. Algo así. Y fiándolo todo a esta carta, Anderson se olvida de desarrollar conflictos reales que puedan estar a la altura de semejante histrionismo (porque por ejemplo, otro director más modosito podría haber hecho una buena historia con la trama de la joven vecina enamorada).


The master es una película que destila el evidente talento de Paul Thomas Anderson derrochado a raudales. Bellas secuencias y planos, un tono de grandeza y unas interpretaciones interestelares que terminan por no llegar a ningún lado. La parte más emocionante es sin duda el principio, la más silenciosa, la más comedida y la más sugerente: la presentación del protagonista, la definición cuidadosa y nada excesiva de su lunatismo y alcoholismo. Hasta la llegada al barco, Anderson evoca el inconmensurable arranque de su anterior filme con un tempo y un montaje similares. Pero nos quedamos a la espera, y la película no arranca, no despega, sigue dando tumbos, a la deriva, entre chillidos y espasmos. La oportunidad final llega tras una larga elipsis, cuando los personajes se reencuentran en un "grand scenario" que otra trae a la memoria la bolera de Pozos de ambición, y que de nuevo se desvanece sin formalizar nada. Irónicamente, The master resulta incluso aburrida. Pero honestamente, no quiero recrearme más en ella. Estoy convencido de que la próxima le saldrá mejor, y eso ya es mucho.


Puntuación: 2,5 / 5


3 comentarios:

  1. A mi me parece fascinante, pero todas las pegas que le pones o que le ponéis, porque son las mismas, me parece que tienen pleno sentido.

    un saludo

    ResponderEliminar
  2. Sólo he leido tu puntuación, porque aun no he visto la película y no quiero influencias, pero me ha sorprendido ese aprobado justo. Veremos.

    Saludos
    Roy

    ResponderEliminar
  3. Por supuesto, a mí me parece también muy lógico que la película entusiasme. De hecho, tiene de sobra los ingredientes para hacerlo (si hasta el tema es jugosísimo) pero no cuajan a la hora de cocinarlo.

    Si mi puntuación es un poco severa, es por lo que explico en el comentario: creo que PTA es capaz de mucho más.

    Un saludo

    ResponderEliminar